No hay problema que produzca más angustia y temor a los padres, que la fiebre. Generalmente, buscan asistencia médica lo más pronto posible o tratan por sus medios de hacerla bajar. La fiebre es un mecanismo de defensa. En teoría, NO debería combatirse, pues el organismo la produce para controlar los virus o bacterias que lo invaden. La gran mayoría de las veces, la fiebre es una respuesta a una infección. Muy raras veces se produce por otras causas.
Cuando un virus o bacteria ingresa al organismo, los leucocitos o glóbulos blancos reconocen al agresor. Se multiplican y liberan una sustancia, llamada Interleukina, que a su vez, envía un mensaje al Centro Termoregulador, situado en el hipotálamo, es decir, en el cerebro.
En este centro, se tiene “codificada” la respuesta febril, dependiendo si es un virus o bacteria y entonces se produce la elevación de la temperatura. Probablemente usted ha sentido un dolor intenso en la cabeza, súbito, al ingerir una bebida muy fría, o helado…..ese es el Centro Termoregulador.
Esta respuesta del hipotálamo tarda unos minutos. Para elevar la temperatura corporal, se producen una serie de reacciones como titiriteo, escalofríos y temblores leves. Al elevarse la temperatura al nivel que el cuerpo necesita para combatir la infección, se produce todo lo contrario, vasodilatación, sudoración y pérdida de calor. Este proceso de subir y bajar la temperatura es completamente normal y se mantendrá así, mientras la enfermedad este activa.
En el caso de infecciones virales, será irregular, a veces alta, a veces no tanto y por períodos pasará sin fiebre. Las infecciones virales producen fiebre por un tiempo aproximado de 3 a 5 días. En el caso de las infecciones bacterianas, generalmente es alta, hasta que el antibiótico inicie su efecto y que es en promedio a las 72 horas de iniciado el mismo. Haga examinar al niño con su pediatra y éste determinará el tratamiento a seguir.
Cuando el niño tiene fiebre, tómele la temperatura. No use el “manómetro” ( sólo ponerle la mano en la frente)…..Los termómetros tradicionales son útiles. Si lo hace en el recto, hay que “restarle” medio grado a lo que marca. En la axila, al contrario, hay que “subirle” medio grado. En la boca marca lo que tiene el paciente. Los termómetros del oído, son muy prácticos, pero frecuentemente dan error en las lecturas. Los llamados de “papelito” que se ponen en la frente, marcan pérdida de calor más que temperatura corporal y confunden mucho a los padres, pues marcan más de lo que realmente tiene. Usted habrá notado que su niño, cuando tiene fiebre, tiene la cabeza caliente y las manos y pies fríos. Esto se debe a la distribución de la temperatura y es normal a estas edades. En los niños más grandes, ya no ocurre esta situación.
Si el niño es menor de un año, SIEMPRE debe comunicarse con su pediatra para informarle sobre la fiebre y ojalá, la haya cuantificado, pues para el médico será más fácil recetarle si usted tiene el dato. Muchas veces creen que tiene fiebre MUY ALTA y en realidad tiene apenas 38 grados. Recuerde que lo normal es 37.5 grados Centígrados en promedio.
El temor más grande que se tiene por la fiebre son las CONVULSIONES FEBRILES. Estas hay de dos tipos: Simple y Compleja. La primera, es la más común. Generalmente hay antecedentes de familiares con convulsiones por fiebre. Ocurre en el momento del ascenso de la temperatura. Sólo ocurre una vez y es generalizada, es decir, todo el cuerpo sufre la convulsión y dura unos pocos minutos…..pero usted creerá que duró horas! En el caso de las convulsiones complejas, éstas son focalizadas, es decir, se limitan los movimientos anormales a una extremidad o mitad del cuerpo, se repiten varias veces y se presentan en cualquier momento de la fiebre, no solo en el ascenso como en las convulsiones simples.
EN AMBOS CASOS, EL NIÑO DEBE SER EVALUADO POR SU PEDIATRA LO MÁS PRONTO POSIBLE. Mientras tanto, coloque al niño boca abajo o de lado, pues frecuentemente vomitará y existe el riesgo que el vómito se meta en los pulmones si no se toma esta precaución. Una creencia generalizada es que la fiebre alta produce meningitis….no es así, al contrario, la meningitis produce fiebre alta. Por este temor, los familiares recurren a métodos incorrectos para bajar la fiebre, como son los llamados MEDIOS FISICOS y muchas veces sumergen al niño en baños de agua fría o utilizan alcohol frotándolo en el cuerpo. Esto último está COMPLETAMENTE CONTRAINDICADO pues el alcohol se absorbe por la piel y puede producir más problemas que beneficios.
En cuanto a los MEDIOS FISICOS, lo que hacen es prolongar el período de ascenso de la fiebre y consecuentemente, usted puede provocar el riesgo de la CONVULSION FEBRIL SIMPLE, pues aumenta el período de ascenso. Si usted quiere ayudar a bajar la fiebre, además de los medicamentos recetados por su médico pediatra, puede “airear” al niño, con un periódico o revista, para hacerlo perder calor pero NO en forma brusca, sino paulatinamente. Como si estuviera “soplando carne en el asador”….Solamente con airear al niño, en cuestión de unos minutos, habrá bajado la fiebre alta, mientras le da tiempo al medicamento antipirético a actuar. No es conveniente dar leche y derivados de la leche, cuando el niño tiene fiebre, pues ésta se cuaja y seguro va a vomitar. La leche materna, no hay que suspenderla en ningún caso. Hay que ofrecerle más líquidos de lo usual, agua pura, jugos naturales, etc.
Tampoco es recomendable dejar de bañar al niño por estar enfermo o con fiebre, esto solamente aumentará su irritabilidad, pues está acostumbrado a su baño diario. Báñelo cuando la fiebre este baja o normal, no cuando esté alta. Finalmente, no lo abrigue demasiado, pues esto evitará que el niño pierda calor a través de la piel. Use su criterio, si el niño no quiere abrigarse, es porque no lo necesita, no le ponga todos los suéteres, bufandas, guantes y gorros como si fuera esquimal!! Esa sobre protección no sirve de nada…..las enfermedades no “entran” por la piel, sino por la vía respiratoria y usted no podrá evitar que el niño respire. Por lo tanto, no tiene sentido dejarlos de bañar y sobre abrigarlos.
Por: Lic. Carlos Humberto Najarro Najarro, Fisioterapeuta