Danzando desde el corazón

 La historia de un bailarín con fractura de columna

La danza no se escoge, ella te escoge a ti. Has sido escogido, dedicaste tu vida a ella y un día, sin recordar lo que realmente sucedió, te enfrentas ante la posibilidad de no poder volver a danzar. Esta es la historia de Juan Manuel Magaña.

Pasión, coraje y talento son las palabras con las que Juan Manuel, bailarín profesional guatemalteco, se define. Su interés por la danza surgió desde que tenía 18 años. Realizó su bachillerato en la Escuela Nacional de Danza, fue integrante del Ballet Clásico de Guatemala y una vez graduado entró a formar parte del Ballet Moderno y Folklórico Nacional de Guatemala hasta el día de hoy. Ha representado al país en festivales internaciones en España, Francia, Italia, La India y es el director de danza del ministerio You Dance de la iglesia La Fráter.

“La danza para mí ha sido todo. Es mi estilo de vida. No puedo pasar ni un día sin moverme y pensar en una coreografía”.

 Y de pronto todo cambió. La noche del sábado 3 de diciembre, al terminar una función, Juan Manuel llevó a una compañera de trabajo hasta su casa para luego encaminarse en su motocicleta hacia la suya, pero no logró llegar a su destino.

Despertó en una camilla de hospital sin saber qué había ocurrido. Hasta la fecha no consigue recordarlo. Lo único que sabe es que el accidente fue tan fuerte que todo su equipo de seguridad –casco, chumpa, botas y guantes– se destruyó y que gracias a que los bomberos lo trasladaron de emergencia a un hospital nacional hoy está con vida.

Cuando despertó creyó que estaba soñando. No podía hablar, el shock era demasiado duro y lo único en lo que podía pensar era en toda la preparación que llevaba hasta ese momento para una serie de eventos importantes que tenía por delante. No sentía dolor, pero le costaba respirar y seguía sin entender lo que estaba pasando. Hasta que un médico se acercó a él y le confirmó su temor: no era un sueño, aquello era real.

“Fue un impacto en mi vida. Me aferré a mí mismo porque no quería creer que esto pudiera alejarme de la danza”.

Su hermano fue quien le dio la noticia de su diagnóstico: fractura de columna que debía ser operada de emergencia, pero que no podían realizar en ese hospital. Fue a partir de ese momento que familiares, amigos y colegas se unieron para buscar a un profesional que pudiese realizar la operación, hasta que dieron con el Dr. Ruy Gil, Neurocirujano y Cirujano de columna.

A partir de ese momento, todo ocurrió más rápido de lo que hubiese imaginado, aunque para él aquellos días serían los más largos y difíciles de su vida. El bailarín que a diario movía su cuerpo no podía hacerlo más y sentía cómo se iba deteriorando día tras día, hora tras hora. Sus piernas, el motor más importante de su trabajo, no le respondían, el dolor en su pierna derecha le resultaba insoportable y sentía que se iba alejando cada vez más de la danza.

Su estadía en el hospital nacional se acabó el lunes 12 de diciembre, lo recuerda bien porque se escuchaban las bombas cerca de la Basílica de Guadalupe en festejo a la Virgen y a las ambulancias les costó salir hacia el Hospital El Pilar.

Al llegar al hospital y tras un ultrasonido que demostró que tenía 7 fracturas, pero que ninguna de ellas ponía en riesgo su vida, el Dr. Gil le dio el visto bueno para operarlo, por lo que entró a cirugía al día siguiente. La cirugía era inminente, de hecho, llegaba varios días tarde. Para ese momento, según el Dr., las probabilidades de que Juan Manuel volviera a ponerse de pie eran muy pocas. Pero sin duda sus ganas de recuperarse eran mayores.

“Le dije al Doctor: Mi cuerpo, mi vida y mi alma están en sus manos. Cuando termine la operación, quiero que empecemos con el siguiente paso”.

 El día de la operación, 13 de diciembre a las 2:00 pm, su cuerpo estaba presente en la sala, pero su mente y corazón no. Ese mismo día, cinco horas más tarde, él tendría que haber estado presentándose en la Gran Sala del Teatro Nacional en una función de El lago de los cisnes. Confiaba en el equipo médico que estaba a cargo de su cirugía, nada de todo aquello estaba en sus manos, por lo que toda su atención, hasta que la anestesia hizo efecto, se enfocó en la función que se perdería. Su corazón, durante las siguientes horas, estaría danzando en el Teatro Nacional. Al despertar, a las 9:00 pm, recuerda con emoción que su familia le mostró un video de la función donde lo homenajearon con un minuto de aplausos. Fue ese minuto el momento cúspide de su operación.

En la madrugada del día siguiente despertó en el intensivo y enfocó su atención en los dedos de sus pies. Aquellos pies que durante 11 días no se habían movido, tenían un poco de sensibilidad y comenzaron a mover sus dedos. En ese momento el Dr. Gil entró y al verlo inmediatamente le realizó pruebas para corroborar lo que ambos habían visto minutos antes: la sensibilidad de sus pies estaba regresando, sin siquiera haber transcurrido 24 horas postoperatorias.

Ese mismo día cambiaron su dieta, su cuerpo empezó a nutrirse y a mejorar poco a poco. Sus manos comenzaron a tener mejor forma, su visión –que se vio afectada tras el accidente– mejoró día con día y su pierna derecha adquirió una movilidad no esperada tan pronto. Tras menos de 48 horas salió del intensivo, increíblemente, caminando en su andador hasta el encamamiento.

“Mi motivación fueron mis doctores que realmente estuvieron conmigo apoyándome en todo. Ya son parte de mi familia”.

Su estadía en el hospital fue corto, tan solo 6 días después de la cirugía Juan Manuel salió del hospital caminando. Pero el acompañamiento de sus doctores no ha quedado tras las paredes del hospital, a diario recibe sus mensajes preguntándole sobre su recuperación y animándolo a seguir, lo que asegura que ha sido algo vital para su tan pronta mejoría junto con la compañía y apoyo de toda su familia.

“Todos los días me levanto, camino, hago mis ejercicios y tomo mis medicinas. Y sé que no estoy muy lejos de poder volver a bailar”.

Hoy, mes y medio después de todo lo ocurrido; del trauma y de la negación, Juan Manuel revive con anhelo las palabras de su familia y amigos tras el accidente: “Esto es una pausa”. Los más de 25 años dedicados a la danza le están devolviendo la fortaleza que entregó, así que no ve lejos su regreso, más bien, siente que la danza lo está empezando a tomar nuevamente y como una vez ya lo hizo se está dejando escoger y guiar por ella. “La danza no se ha apartado, sigue siendo parte de mí”.

Articulo escrito por Isabel Velásquez.

Cirugía realizada por el Dr. Ruy Gil.

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