Prevención y tratamiento de los cálculos renales: un problema en aumento

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Los cálculos renales son una afección documentada desde la antigüedad. Sin embargo, en los últimos años, su incidencia ha ido en aumento, posiblemente debido a una alimentación poco saludable y al alto consumo de bebidas que favorecen su formación. A pesar de ello, el diagnóstico ha mejorado gracias a una mayor conciencia en la población y a la consulta médica temprana ante los primeros signos de dolor.

Los cálculos son acumulaciones sólidas de minerales y sales que se forman en la orina cuando ciertos compuestos se concentran en exceso y se cristalizan. En condiciones normales, el cuerpo elimina pequeños cristales a través de la orina sin causar problemas. Sin embargo, cuando hay una baja ingesta de agua, un alto consumo de sodio o azúcar, o incluso el uso de ciertos medicamentos, la orina se vuelve más concentrada, lo que favorece la sedimentación de estos compuestos y la formación de cálculos. Estos pueden variar en tamaño y causar dolor intenso al movimiento por el tracto urinario, o la obstrucción de las vías urinarias.

Esta afección puede provocar síntomas urinarios, tales como:

  • Cambios en la orina, como presencia de sangre (orina rosada o rojiza), espuma, aspecto grumoso o con residuos grasos.
  • Dolor o ardor al orinar.
  • Sensación de picazón después de orinar.
  • Dolor en la parte baja del abdomen.
  • Urgencia frecuente de orinar, incluso despertarse por la noche para hacerlo.
  • Dolor intenso debajo de las costillas o en la espalda baja que se irradia hacia adelante, conocido como cólico renal.
  • Fiebre, escalofríos, náuseas y vómitos en casos más severos.

Si una persona, ya sea hombre o mujer, presenta estos síntomas, es fundamental que consulte a un urólogo. El especialista evaluará el caso y determinará el tratamiento más adecuado, que puede incluir un manejo médico expulsivo para favorecer la eliminación de los cálculos a través de la orina o, en casos más complejos, un tratamiento quirúrgico mediante endoscopía o nefrolitotomía percutánea.

«Los cálculos renales son prevenibles», asegura el Dr. Cecil Tarot, urólogo, quien destaca la importancia de llevar una alimentación equilibrada, con un bajo consumo de azúcares y sodio, además de mantener una hidratación adecuada y realizar actividad física regularmente puede llegar a reducir el riesgo de su formación.

El impacto de la deshidratación en la función renal

El consumo adecuado de agua es esencial para el buen funcionamiento del cuerpo. Ayuda a mantener el equilibrio de los fluidos, facilitar la eliminación de toxinas a través de la orina, regular la temperatura corporal y favorece la digestión. Una hidratación adecuada previene la formación de cálculos renales, ya que diluye las sustancias que podrían cristalizarse en los riñones. Además, al ingerir suficiente agua, los riñones reciben el líquido necesario para procesar y eliminar minerales y electrolitos del cuerpo de manera eficiente.

Cuando no se consume suficiente agua, el riñón trabaja con dificultades. Toda la sangre del cuerpo circula a través del riñón mediante la arteria renal, pero si hay poca agua en el organismo, los riñones tienen poco líquido para realizar el intercambio de electrolitos, minerales y toxinas. Esto reduce la irrigación renal, lo que supone un gran esfuerzo en los riñones y, con el tiempo, puede provocar atrofia renal o la formación de cálculos debido a la deshidratación.

Se recomienda consumir entre 2 y 3 litros de líquidos al día, aunque esta cantidad puede aumentar dependiendo de la actividad física que realice cada persona. Además del agua natural, otras opciones que contribuyen a una buena hidratación sin poner en riesgo la salud renal son los jugos naturales de frutas o licuados preparados con agua y sin azúcar añadida.

Por otro lado, es fundamental evitar alimentos y bebidas que favorecen la deshidratación, como aquellos con alto contenido de sodio, alimentos procesados ​​con conservantes, y bebidas azucaradas como gaseosas, jugos enlatados y bebidas energéticas. También es recomendable limitar el consumo de café a un máximo de 3 tazas al día y moderar el consumo de alcohol para proteger la salud renal.

¿El alcohol afecta negativamente la función de los riñones?

El consumo de alcohol afecta negativamente la función renal, principalmente debido a la deshidratación que provoca. El metabolismo del alcohol es un proceso que requiere la utilización de agua, lo que puede deshidratar rápidamente al cuerpo si no se ingiere suficiente líquido. Para mitigar este efecto, es recomendable consumir agua entre cada bebida alcohólica, con al menos 3 a 4 vasos de agua por cada bebida alcohólica fuerte, para ayudar al cuerpo a procesar el alcohol de manera más eficiente y reducir la carga sobre los riñones. Evitar consumir solo alcohol y acompañarlo con agua pura es clave para proteger la salud renal.

También es importante tomar en cuenta que el tipo de alcohol sí influye en el impacto que puede tener sobre la salud renal, ya que bebidas como el tequila puro o los shots de vodka, por ejemplo, suelen implicar una mayor ingesta de alcohol debido a la concentración del líquido. Esto provoca una mayor deshidratación, ya que no se acompaña con agua.

Sin embargo, el grado de alcohol no es directamente proporcional al daño renal, lo realmente importante es cómo se maneja la hidratación. Para reducir los efectos negativos, es fundamental concentrarse en mantenerse bien hidratado y adecuadamente alimentado, si se va a exceder en el consumo, se recomienda comer de manera balanceada durante el día y beber suficientes líquidos para contrarrestar la deshidratación –asegura el Dr. Tarot.

Riñones y envejecimiento

El envejecimiento natural de los riñones suele comenzar entre los 60 y 70 años, momento en el cual los riñones disminuyen su tamaño, lo que se asocia con una menor actividad física y una reducción en la necesidad de filtración. Aunque esta disminución en la tasa de filtrado, que mide la función renal, generalmente no es evidente en el cuerpo, puede ser un indicio de que la función renal se está reduciendo.

El problema radica en cómo envejecemos. Si no mantenemos una alimentación adecuada, una hidratación correcta y no realizamos actividad física regular, los riñones pueden empezar a atrofiarse antes de lo esperado debido a una circulación sanguínea insuficiente. Entre los problemas renales más comunes en adultos mayores se encuentran los daños en la arteria renal ocasionados por diabetes o hipertensión descompensadas, lo que puede llevar a atrofia renal o exclusión renal. Además, en personas que tuvieron cálculos pequeños en la juventud que no fueron tratados, es posible que al pasar de los años se desarrollen cálculos mucho más grandes como coraliformes, los cuales, debido a su tamaño y forma, requieren tratamiento quirúrgico mediante nefrolitotomía percutánea.

Para cuidar la salud renal en los adultos mayores, las recomendaciones clave incluyen:

  • Mantener una alimentación balanceada, baja en grasas, sal y azúcares añadidos.
  • Mantener una hidratación adecuada a lo largo del día.
  • Realizar ejercicio regularmente para favorecer una buena circulación sanguínea.
  • A partir de los 40 a 45 años, realizarse un chequeo urológico con resultados de ultrasonido de riñones, vejiga y vaciamiento urinario, así como análisis de BUN, creatinina, glucosa, potasio en sangre y una hematología completa.
  • Realizarse un examen general de orina y un urocultivo para detectar posibles infecciones o anomalías.

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