Muévete por tu salud: Cómo combatir el sedentarismo

La falta de ejercicio impacta negativamente en el organismo

¿Sabías que el sedentarismo es una de las principales causas de enfermedades crónicas en la actualidad? La inactividad física es un factor de riesgo significativo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, como infartos y accidentes cerebrovasculares, además de estar estrechamente relacionada con la resistencia a la insulina, la diabetes tipo 2, la obesidad, la dislipidemia y la hipertensión arterial.

Consecuencias del sedentarismo en la salud cardiovascular

La falta de ejercicio impacta negativamente en el organismo. Estudios han demostrado que el ejercicio regular tiene múltiples beneficios a nivel metabólico y cardiovascular. Por ejemplo, ayuda a reducir la presión arterial sistólica en aproximadamente 4-6 mmHg y disminuye el colesterol LDL (colesterol «malo») en alrededor de 10 mg/dL, al tiempo que contribuye a aumentar el colesterol HDL (colesterol protector).

El sedentarismo también está directamente relacionado con el desarrollo de enfermedades metabólicas. La resistencia a la insulina es el primer paso en la progresión hacia la prediabetes y, posteriormente, la diabetes tipo 2. A su vez, la obesidad y la dislipidemia suelen acompañar este proceso, lo que refuerza el vínculo entre el sedentarismo y el desarrollo de múltiples enfermedades, asegura el Dr. Jorge Aceituno, cardiólogo.

Las personas con un estilo de vida sedentario pueden experimentar síntomas como falta de aire o disnea al realizar esfuerzos físicos, lo que puede deberse a problemas cardíacos, pulmonares o al exceso de peso. Si se presenta dolor torácico durante la actividad física, es fundamental buscar atención médica, ya que podría ser un signo de angina u otra afección cardiovascular.

Recomendaciones de actividad física para una vida saludable

Es importante diferenciar entre actividad física y ejercicio. La actividad física incluye cualquier movimiento corporal que implique gasto de energía, como caminar o subir escaleras. En cambio, el ejercicio es una actividad planificada, estructurada y repetitiva con el fin de mejorar la salud. Para mantener una buena salud, se recomienda realizar al menos 150 minutos de ejercicio de intensidad moderada a la semana o 75 minutos de ejercicio vigoroso.

Para quienes llevan una vida muy ocupada, incorporar pequeñas acciones en la rutina diaria puede hacer la diferencia. Caminar 30 minutos al día, subir escaleras en lugar de usar el elevador y reducir el tiempo sentado pueden ayudar a combatir los efectos del sedentarismo.

Impacto en niños, adolescentes y adultos mayores

Fomentar la actividad física en niños y adolescentes es clave para prevenir enfermedades en la adultez. La falta de ejercicio en esta etapa de la vida aumenta el riesgo de obesidad, diabetes e hipertensión arterial a edades más tempranas.

En adultos mayores, el ejercicio regular contribuye a un envejecimiento saludable al prevenir enfermedades crónicas y mantener la fuerza muscular, evitando la sarcopenia. Además, la actividad física mejora el equilibrio y la coordinación, reduciendo el riesgo de caídas y mejorando la calidad de vida.

Para adultos mayores y quienes han sido sedentarios por mucho tiempo o tienen enfermedades cardiovasculares, es esencial realizar una evaluación médica antes de comenzar una rutina de ejercicio. Dependiendo de la condición del paciente, podría ser necesario un programa de rehabilitación cardíaca para aprender a ejercitarse de manera segura.

Antes de iniciar cualquier actividad física es importante asegurarse de:

  • No presentar dolor torácico ni palpitaciones.
  • Haber tomado los medicamentos indicados en caso de enfermedades crónicas.
  • No padecer enfermedades agudas como infecciones respiratorias o digestivas.
  • Esperar al menos una hora y media después de comer antes de hacer ejercicio.

Combatir el sedentarismo es clave para mantener una buena salud a lo largo de la vida. Adoptar hábitos de ejercicio regulares no solo ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares, sino que también favorece el bienestar físico y mental. Pequeños cambios en la rutina diaria pueden marcar una gran diferencia en la calidad de vida y la longevidad.

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