Salud digestiva en la infancia: el gran pilar del bienestar

La salud digestiva en la infancia es clave para el bienestar, previene alergias y mejora el desarrollo desde los primeros meses de vida.
Mamá haciendo cariño a su bebé

            Cuando hablamos de salud infantil solemos pensar en vacunas, crecimiento o desarrollo motor. Pero pocas veces pensamos en un sistema igual de esencial: el digestivo. Y sin embargo, “la salud digestiva significa confort” afirma la Dra. Carolina Ortiz, gastroenteróloga pediatra. Solo la notamos cuando algo no va bien: cólicos, estreñimiento, inapetencia o incluso dificultades para dormir.

            En los primeros años de vida, el sistema digestivo se está formando. Y más que eso: la salud intestinal está íntimamente conectada con el sistema inmunológico y el neurodesarrollo. Por eso, cuidar la digestión en la infancia no es un detalle: es una inversión directa en la calidad de vida presente y futura de nuestros hijos.

Los primeros 3 años: una etapa vital

            Durante esta etapa crítica se forma la microbiota intestinal, una comunidad de microorganismos que influye en la digestión, la inmunidad e incluso en la salud mental. Una microbiota saludable ayuda a procesar bien los alimentos, absorber nutrientes de forma eficiente y evitar molestias digestivas frecuentes como gases, diarrea o dolor abdominal.

            Por eso, fomentar un sistema digestivo sano desde los primeros meses puede marcar la diferencia para toda la vida. Cuando esta armonía se ve alterada, pueden aparecer distintas afecciones digestivas, entre ellas las alergias e intolerancias alimentarias.

¿Alergia o intolerancia? ¿Cuál es la diferencia?

Aunque muchas veces se confunden, hay una distinción importante:

  • Alergia alimentaria: se trata de una respuesta del sistema inmunológico. Es decir, el cuerpo reacciona de forma exagerada ante ciertos alimentos como si fueran peligrosos. Los síntomas pueden incluir vómitos, diarrea con moco o sangre, pérdida de peso, falta de apetito o dolor abdominal. En bebés y niños pequeños, la alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV) es la más común.

  • Intolerancia alimentaria: no involucra el sistema inmunológico. Un ejemplo típico es la intolerancia a la lactosa, que puede causar gases, distensión y diarrea tras consumir productos lácteos. En niños pequeños suele ser transitoria, especialmente después de una infección intestinal.

¿Cómo se diagnostican?

            En la infancia, el diagnóstico es sobre todo clínico. Aunque existen algunas pruebas de laboratorio (como azúcares reductores en heces para la intolerancia a la lactosa), lo más importante es la evaluación médica. No siempre un examen de sangre o piel puede confirmar o descartar una alergia.

¿Los bebés alimentados con leche materna pueden tener alergias?

            Es muy poco frecuente. La leche materna es el alimento ideal para los bebés y protege contra múltiples enfermedades, incluyendo las digestivas. Sin embargo, en algunos casos aislados, la dieta de la madre puede influir y provocar una alergia. La APLV en niños exclusivamente amamantados es rara (entre el 1% y 5% de los casos a nivel mundial).

            Lo importante es que la madre no necesita hacer una dieta restrictiva como prevención. Al contrario, se recomienda una alimentación equilibrada, rica en frutas, verduras, fibra y alimentos reales que nutran también a su microbiota intestinal.

Alimentación complementaria: una oportunidad para fortalecer la salud

            La introducción de alimentos sólidos es un momento crucial para diversificar la microbiota intestinal. Lejos de restringir, hoy las recomendaciones actuales nos dicen:

  • No retrasar la introducción de alimentos potencialmente alergénicos como el huevo, el pescado o el maní.
  • Introducirlos desde los 6 meses, cuando el bebé esté listo, puede ayudar incluso a prevenir futuras alergias.

            Una alimentación complementaria variada y rica en nutrientes es clave para el desarrollo digestivo, inmune y neurológico. Aunque la mejor estrategia preventiva sigue siendo la lactancia materna. Además, se recomienda:

  • Fomentar la lactancia materna y evitar fórmulas lácteas.
  • Fomentar una dieta rica y variada desde el inicio de la alimentación complementaria.
  • Seguir las recomendaciones del pediatra de forma individualizada.
  • No introducir leche entera de vaca como alimento principal antes del primer año de vida, debido a que se ha relacionado con el desarrollo de alergias alimentarias.

Acompañamiento para familias con diagnóstico

            Recibir el diagnóstico de una alergia o intolerancia alimentaria puede ser un momento de mucha angustia. Por ello, la Dra. Ortiz envía el siguiente mensaje: “No se queden solos. Busquen orientación con profesionales capacitados, sigan las indicaciones médicas y eviten caer en dietas exageradas. Lo más importante es mantener una alimentación sana y equilibrada adaptada a las necesidades del niño”.

            La salud digestiva es un tesoro valioso. Cuidarla desde la infancia es regalarle a nuestros hijos bienestar, energía y una buena relación con la comida para toda la vida.

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