La motivación diaria de una enfermera
De todos nuestros órganos el corazón es el único indispensable.
¿Y si el corazón de una persona por un momento estuviera en tus manos?
Rebeca Guamuch es enfermera desde hace seis años y ama su trabajo como técnico de cardiología –Unidad en la que se ha especializado en Guatemala y Costa Rica–. Decidió estudiar Enfermería por su deseo de ayudar a las personas y en Cardiología encontró la satisfacción que necesitaba.
“Ver cómo un paciente viene a media noche de emergencia por un ataque cardíaco y saber que contribuyes a su mejora da una gran satisfacción. Saber que esa vida no se fue y que ayudaste en su rescate”.
Y aunque el miedo puede asomarse al ver entrar a la Unidad de Cardiología a un paciente en riesgo, es justamente ese miedo lo que motiva a Rebeca en su trabajo. “Pienso que podría ser un familiar mío y que en ese momento yo daría todo para mantenerlo con vida”. Es entonces cuando siente el impulso de darlo todo, de hacer las cosas bien a la primera, porque no hay espacio para cometer errores. La vida del paciente está también en sus manos y esa es una gran responsabilidad.
Hace algunos meses una paciente de 80 años llegó a la emergencia del hospital por una caída. Tras hacerle los exámenes pertinentes se comprobó que la causa fue un desmayo provocado por una falla cardíaca. Tenía varios factores de riesgo, pero Rebeca recuerda con especial melancolía haber dicho: “Ella no se va a morir en mi servicio”. Pronunciar esas palabras fue algo que la marcó y así lo vive con todos los pacientes desde ese momento. “Dejan huella –agrega–, cada paciente deja una huella”
Tal es el caso de una señora madura que llegó inconsciente al hospital y a la que pidieron le realizara un electroencefalograma para descartar muerte cerebral (no siempre su trabajo se queda en la Unidad de Cardiología).
“Le dije a Dios que tuviera misericordia de ella, que si tenía algún pendiente en esta tierra le diera una segunda oportunidad”.
La señora despertó y le dieron egreso. A los dos meses la volvió a ver en silla de ruedas y al próximo mes y medio ya podía hablar. “Quizás ella nunca sepa sobre mí, pero yo sí sobre ella. Yo la vi postrada en cama, la vi mal. Y aunque solo realicé el estudio, el haber contribuido a que no la desconectaran y ser testigo de su mejoría es algo que marca la vida”.
Ser enfermera no es solo ser la mano derecha del doctor, sino también ser el apoyo que el paciente necesita en un momento en el que se encuentra vulnerable. “El paciente trae una carga interna que siente necesario ir soltando y la enfermera es quien está ahí para escuchar y convertirse en confidente de quien lo necesite. Puede que no pueda aliviarle el malestar, pero sí suelen irse más tranquilos tras ser escuchados”.
Y aunque el día a día en la Unidad de Cardiología y Hemodinamia –en donde se encuentran los pacientes que han sufrido una falla cardíaca– no es fácil y el “corre corre” no falta, Rebeca admite nunca sentir que trabaja. Ella disfruta desde la realización de electrocardiogramas, brindar la atención y satisfacer la necesidad del paciente –llegue con o sin cita–, hasta brindar charlas de autocuidado con el plan terapéutico cuando un paciente ya ha sido diagnosticado con insuficiencia cardíaca.
Estas 8 charlas de autocuidado –que elaboró junto con el Dr. Rivera– complementan la atención que se brinda en la Unidad de Cardiología de El Pilar, que cuenta además con la última tecnología en aparatos y un gimnasio de rehabilitación cardíaca para que el paciente pueda fortalecer su corazón y sus músculos. De manera que en este espacio, el paciente encuentre todo lo que necesita para su recuperación.
Isabel Velásquez