Era un dos de septiembre, lo recuerda porque faltaban dos días para su cumpleaños número 82, Don Cándido Recinos se encontraba macheteando el campo de su arboleda cuando sintió que le fallaba el corazón y creyó que iba a morir. Algunos meses atrás había aparecido la primera alerta: el cansancio. Para un hombre como él que había dedicado toda su vida a la agricultura, y los últimos 13 años a la ganadería, el agotamiento al trabajar en su caballería de 17 manzanas no era normal. Sin embargo, no le prestó atención a ese llamado de su cuerpo y decidió tratar de continuar trabajando con el mismo ritmo. Hasta que no pudo más y cayó casi desmayado entre el campo dejando el trabajo a medio terminar.
Así fue como junto con su familia hijos, nietos y bisnietos, emprendieron el largo recorrido de Petén a la Ciudad de Guatemala para consultar con un especialista qué le estaba ocurriendo. El diagnóstico fue estenosis de la válvula aórtica, un tipo de enfermedad de la válvula cardíaca que reduce o bloquea el flujo sanguíneo del corazón a la aorta y al resto del cuerpo. Los síntomas de la enfermedad aparecen generalmente cuando el estrechamiento de la válvula es grave. Don Cándido presentaba disnea (falta de aire) en reposo y lipotimia (sensación de desvanecimiento), la enfermedad había avanzado en un 40% y la única solución viable era realizarle una cirugía, por lo que fue referido con el Dr. Illescas en el Hospital El Pilar.
Regresar a El Pilar fue como viajar en el tiempo. Aún recuerda con cariño a su amigo español Lorenzo, quien en 1998 lo llevó al hospital por un problema de los riñones, donde le extrajeron un cálculo en una cirugía de 5 horas.
En esta ocasión, ingresó el 11 de diciembre del 2022 al área de cardiología con el Dr. Illescas para luego ser llevado a realizarse, en total, más de 40 exámenes médicos. Los resultados arrojaron que era viable realizarle el TAVI, –por su nombre en inglés: Transcater Aortic Valve Implantation–, que consiste en la implantación de una válvula aórtica artificial guiada a través de un catéter introducido por la pierna.
Don Cándido es un hombre fiel a Dios desde los 18 años y en el momento de su cirugía se encomendó a él y los médicos para que lo curaran.
“El Dr. Illescas dijo que también confiaba en Dios, eso me dio la seguridad de estar en las manos correctas”.
Tiene recuerdos de su operación, pues el procedimiento se realizó únicamente con sedación consciente, y solo puede decir que en todo momento le brindaron una atención especial, palabra con la que también define su pronta recuperación. Apenas medio día de recuperación fue necesario para que pudiera comenzar a caminar, aunque despacio y con un poco de dolor. Pero sus ganas de moverse eran más fuertes, pues estar acostado le da dolor de nuca.
Actualmente se encuentra por regresar a su querido Petén, donde le espera su arboleda para que concluya lo que dejó sin terminar. Don Cándido lo tiene claro, podrá volver a trabajar, pero sin la misma ambición que antes: “Voy a seguir cuidando de mis árboles, pero solo como supervisor” asegura con una sonrisa en su rostro.
Artículo escrito por Isabel Velásquez
Cirugía realizada por médicos la de Unidad de cardiología