Atrás ha quedado la época donde el paciente asmático se quedaba encerrado en su casa. Hoy en día el paciente debe y puede hacer una vida normal, que pueda hasta ser campeón olímpico. Esto es posible gracias al ejercicio constante, mantenimiento de un peso adecuado, una alimentación balanceada y la medicación correspondiente en cada caso, así como las citas de control con su médico especialista.
Sin embargo, los desafíos más comunes a los que se enfrentan los pacientes asmáticos son no tener acceso a medicamentos que podrían ayudarle a mejorar su calidad de vida, vivir alrededor de desencadenantes de crisis que no puede controlar (tales como ambientales o del mismo entorno familiar) y la falta de conocimiento sobre la enfermedad por parte de su círculo cercano.
Para hacer consciencia sobre ello el 7 de mayo se celebra el Día Mundial del Asma, con tres objetivos claros:
- Reducir los factores de riesgo para las personas que sufren asma, tales como:
- Humo de tabaco.
- Ácaros del polvo.
- Contaminación ambiental.
- Plagas.
- Mascotas.
- Moho.
Reducir los desencadenantes dependerá del tipo que sea, pues podría tratarse de cosas irritativas para la vía aérea y en este caso se debe evitar la exposición cercana. Si hay un caso de alergia lo más importante será acudir con un especialista que brinde un diagnóstico correcto y así saber exactamente qué evitar y cómo.
- Enseñar a los pacientes a tratar sus crisis de asma y entender la importancia del tratamiento de mantenimiento.
- Desarrollar una buena atención médica para los pacientes con asma, refiriendo con especialistas, alergólogos y neumólogos según sea el caso, así como actualizándose con los tratamientos de mantenimiento y de rescate que existen.
En la actualidad hay muchos medicamentos nuevos, la mayoría con menos efectos secundarios y, además, para tratar cada uno un tipo de asma en específico porque no todos encajan en el mismo cuadro. Con toda la nueva información, más allá de normalizar y crear consciencia de esta enfermedad, deberíamos buscar bajar las cifras de crisis asmáticas, ausencias escolares y laborales, idas a emergencia, mala calidad de vida y sobre todo la tasa de mortalidad por esta enfermedad.