Existen diferentes clasificaciones del asma, pero en general se pueden distinguir dos tipos principales: el asma extrínseca y el asma intrínseca.
El asma extrínseca, también conocida como asma alérgica, se desencadena por la exposición a alérgenos como el polen, los ácaros del polvo, los animales o los hongos. Este tipo de asma suele aparecer en la infancia y en la adolescencia, y se caracteriza por una inflamación crónica de las vías respiratorias y por una respuesta exagerada del sistema inmunológico a los alérgenos.
El asma intrínseca, también llamada asma no alérgica, no está relacionada con la exposición a alérgenos y puede ser desencadenada por factores como el ejercicio físico, el estrés emocional, la contaminación del aire, el tabaquismo o las infecciones respiratorias. Este tipo de asma suele aparecer en la edad adulta y puede ser más difícil de controlar que el asma extrínseca.
Además, en función de la frecuencia y la intensidad de los síntomas, se pueden distinguir otros tipos de asma, como el asma intermitente, el asma leve persistente, el asma moderada persistente y el asma grave persistente. Estas clasificaciones se utilizan para adaptar el tratamiento a las necesidades específicas de cada paciente.