No importa cómo era o cómo te sentías con tu cuerpo antes del embarazo. Cuando te ves al espejo durante el postparto quisieras volver en el tiempo y recuperarlo. Y es que dar vida deja huella. No hay metamorfosis sin un capullo roto.
Verte en el espejo después de haber dado a luz puede ser difícil. Las cosas aún no han vuelto a su sitio. Tu bebé está en tus brazos, pero tu vientre parece no haberse dado cuenta. Sí, las revistas nos han mentido: no se vuelve a estar como antes en un par de días. Y quizás no lo esté nunca más, la expansión ha dejado rastro, tendrás marcas que te recuerden lo que sucedió. Como si tu bebé no fuera suficiente.
Te sentirás en otra piel. Una prestada. Una que aprenderás a amar. Cuando el duelo por tu cuerpo de antes haya sido atravesado, cuando te hayas permitido sentirlo y abrazar al nuevo, entonces podrás sentirte de nuevo en tu piel. Entonces recordarás que ningún guerrero vuelve de la batalla sin cicatrices.