El apego es el vínculo afectivo que se establece en los primeros momentos de vida entre el recién nacido y su cuidador principal, siendo en la mayoría de los casos, la madre. El término fue acuñado por John Bowlby, quien estableció la teoría del apego.
Este vínculo afecto, según Bowlby, tiene como función principal la supervivencia del recién nacido. El bebé nace siendo inmaduro, lo que lo convierte en un ser dependiente por completo de su cuidador. Por lo tanto, el bebé despliega conductas de apego (llorar, por ejemplo) para garantizar que su cuidador lo atienda y satisfaga sus necesidades. De esta forma, el bebé se siente seguro y protegido.
Contario a lo que se cree, el apego no tiene mucho que ver con el amor que sintamos por nuestro bebé. El apego tiene relación con la seguridad, puesto que el sistema de apego del niño se activa bajo la percepción de una amenaza. Es decir que si el bebé se siente amenazado (por estar solo en su cuna, por perder a su cuidador principal de su vista, por tener frío, etc.) el bebé activará su sistema de apego y buscará la cercanía y el contacto con su cuidador. Una vez el bebé se sienta seguro, podrá desactivarse su sistema de apego y activarse el sistema exploratorio (el bebé vuelve a explorar su entorno).
Tipos de apego
Amy Ainsworth, quien trabajó con John Bowlby, clasifica 4 tipos de apego:
¿Sabías que dependiendo de la respuesta que demos a las necesidades del bebé y qué tan seguro se sienta de nuestras capacidades para atenderlo, desarrollará un tipo de apego u otro?
- Apego seguro
El adulto cuidador responde ante las necesidades del niño de manera suficientemente buena. El niño tiene una respuesta a sus necesidades tanto físicas y emocionales y se percibe amado, protegido y cuidado.
- Apego inseguro evitativo
El adulto cuidador responde ante las necesidaes físicas del bebé, pero no ante las necesidades emocionales. El niño entiende que sus emociones no son válidas y que para ser amado necesita reprimirlas, por lo que deja de expresarlas.
- Apego inseguro ambivalente
Suele ser el contrario al apego inseguro evitativo. El adulto cuidador en este caso a veces responde ante las necesides físicas o emocionales y a veces no. El niño no tiene una respuesta predecible, pues su cuidador a veces responde y a veces no, lo que suele provocar una gran angustia y niveles elevados de cortisol, hormona de estrés que en grandes cantidades podría llegar a ser tóxico para el cerebro.
- Apego desorganizado
Este tipo de apego suele ser la mezcla de los dos apegos inseguros anteriores. El adulto cuidador muchas veces es negligente o maltratante. El niño no desarrolla un vínculo sano con su cuidador primario.
Fomentar un apego seguro es como comprarle un seguro de salud mental a tu bebé. ¿Quieres aprender cómo hacerlo?
Cómo fomentar un apego seguro
El apego seguro es una garantía de salud mental en la vida adulta. El vínculo de apego se desarrolla principalmente durante los 3 primeros años de vida, aunque se establece el tipo de apego desde los 7 meses. Es por ello que la interacción con nuestros hijos e hijas es vital durante estos primeros meses.
¿Y qué debemos hacer para fomentar este apego seguro?
Lo vamos a resumir en 2 pasos:
- Sintoniza con las emociones de tus hijos
Para poder satisfacer las necesidades de nuestros, es vital estar sintonizados con ellos y poder observar sus señales. Sintonizar hace referencia a mirarlos, a estar presentes, a poder adivinar que a nuestros hijos les sucede algo y mostrar el interés de averiguar qué es para ayudarlos. - Sé responsivo ante sus necesidades
La responsividad hace referencia a la capacidad de respuesta que tenemos como padres ante las necesidades de nuestros hijos. Esto no quiere decir que tengamos que responder 100/100 veces de manera correcta o que no puedan haber fallas. Nuestros hijos no necesitan padres perfectos, sino padres suficientemente buenos.
Lo que necesitan es que la mayoría de las veces seamos predecibles en nuestra respuesta y demos la misma de una forma adecuada, amorosa y respetuosa ante la necesidad que están expresando.
