El herpes genital es una infección de transmisión sexual causada por el virus del herpes simple (HSV), específicamente los tipos HSV-1 y HSV-2. El HSV-2 es el tipo más comúnmente asociado con el herpes genital, aunque también es posible contraer herpes genital a través del HSV-1, que generalmente está asociado con el herpes oral o el herpes labial.
El herpes genital se transmite principalmente a través del contacto directo de piel a piel durante las relaciones sexuales, ya sea vaginales, anales u orales, con una persona infectada. También puede transmitirse de madre a hijo durante el parto.
Los síntomas del herpes genital pueden variar, y algunas personas infectadas pueden no presentar síntomas en absoluto. Cuando se presentan síntomas, estos pueden incluir:
- Aparición de ampollas o úlceras dolorosas en los genitales, el ano o las áreas cercanas.
- Picazón, ardor o dolor antes de que aparezcan las ampollas.
- Malestar general, fiebre, dolores musculares y síntomas similares a la gripe.
- Ganglios linfáticos inflamados en la ingle.
El herpes genital es una infección crónica, lo que significa que el virus permanece en el cuerpo después de la infección inicial y puede causar brotes recurrentes de síntomas. El estrés, la enfermedad, la menstruación o la disminución del sistema inmunológico pueden desencadenarse brotes.
Aunque no existe una cura para el herpes genital, los síntomas se pueden manejar y controlar con medicamentos antivirales que ayudan a reducir la duración y la gravedad de los brotes. También es importante practicar relaciones sexuales seguras, usar preservativos y evitar el contacto directo con las lesiones activas para reducir el riesgo de transmisión.