En el momento justo en el que nace tu bebé comienza la oportunidad para vincularse y enamorarse. El momento del parto es, entre tú y este bebé, la ocasión en la que sus cuerpos estarán segregando la mayor cantidad de oxitocina -la hormona del amor- de sus vidas. La naturaleza es tan sabia que ha diseñado un coctel de hormonas diseñado biológicamente para que te enamores de tu bebé y quieras cuidarlo para siempre, así como para que tu bebé no quiera separarse de ti garantizando de esa forma su supervivencia en un mundo, para él, desconocido.
Se denomina “la hora dorada” a la primera hora de vida del bebé, donde además de este factor hormonal, el bebé tiene todos sus reflejos activos para empezar la lactancia. Si se le permite y se le coloca tras el momento de nacer en contacto piel con piel con su madre, el bebé podría pasar por ciertas fases instintivas que le permiten subir del vientre materno hasta el pecho para luego engancharse por sí solo y realizar su primera toma de leche. Esto a su vez ayudará a que se cree un patrón de succión adecuado y ayudará a establecer la lactancia.
¿Y por qué una hora y no más tiempo? La última fase instintiva por la que pasa el bebé, independientemente de lo que haya ocurrido en las fases anteriores (si se le permitió o no estar en contacto con su madre), es el sueño o periodo de letargo. El bebé pasará por un sueño profundo de varias horas. Si el bebé no es alimentado antes de este tiempo, la lactancia podría iniciar con dificultades. Para evitarlo, priorizar esta hora dorada es importante para una óptima autoregulación y vinculación entre la díada mamá-bebé.