La sífilis es una enfermedad de transmisión sexual (ETS) causada por la bacteria Treponema pallidum. Puede afectar diversas partes del cuerpo y se caracteriza por desarrollarse en diferentes etapas si no se trata adecuadamente.
La sífilis se transmite principalmente a través del contacto sexual, ya sea vaginal, anal u oral, con una persona infectada. También puede transmitirse de madre a hijo durante el embarazo o el parto.
La enfermedad progresa a través de distintas etapas, cada una con sus propios síntomas y características:
- Etapa primaria: Generalmente se presenta unas 3 semanas después del contacto con la bacteria. Se caracteriza por la aparición de una úlcera indolora en el sitio de entrada de la infección, como los genitales, el ano, los labios o la boca.
- Etapa secundaria: Aparece de 2 a 8 semanas después de la aparición de la úlcera. En esta etapa, se pueden desarrollar erupciones cutáneas, llagas en la boca, fiebre, inflamación de los ganglios linfáticos, dolor de garganta, fatiga y pérdida de peso.
- Etapa latente: En esta etapa, no se presentan síntomas evidentes, pero la bacteria permanece en el cuerpo y puede durar varios años.
- Etapa tardía: Si la sífilis no se trata durante las etapas anteriores, puede progresar a una etapa tardía, que puede afectar diferentes órganos y sistemas del cuerpo. Puede causar daño en los órganos internos, el sistema nervioso, los huesos, el corazón y otros sistemas.
El diagnóstico de la sífilis se realiza mediante pruebas de laboratorio, como pruebas de sangre para detectar anticuerpos contra la bacteria.
El tratamiento de la sífilis se basa en la administración de antibióticos, generalmente penicilina. La elección del tratamiento y la duración dependerán de la etapa de la enfermedad y otros factores individuales.